Vistas de página en total

15 de agosto de 2019

A veces hay que volver...

Quiero...
si ya estuviste
si...pero no

Se debe volver. A donde fuiste feliz, a donde fuiste infeliz, a donde te perdiste, a donde te encontraste. A donde nada se te perdió y a donde te lo perdiste todo...
para saber ¿por qué?

de Sotres al refugio de Urriellu. Asturias. Picos de Europa
03 agosto 2019

Ese momento en el que miras hacia adelante y dices: "pero si ya se ve desde aqui...". Lo conocí en julio de 2012, hicimos noche en Sotres porque "estaba muy lejos para ir y volver desde Santander". Si y no. 2019. quedamos a las 08,30 en lugar de a las 09.00 y llegamos de sobra. 
Bueno...la experiencia y el "entrenamiento" de estos años también cuenta.
Esta parte del camino me la había perdido, y más...Había niebla, despejó al llegar arriba y nos permitió la satisfacción de ver el Urriellu en todo su esplendor. Disfruté muchísimo porque era un lugar al que yo tenía muchas ganas de ir pero me faltaba algo....
Partes del camino que no recordaba, las vistas, situarme, ver con mis ojos todo aquello que la niebla me había escondido en aquella primera visita.
Volver...conocer y reconocer. Tan bello como la primera vez. "Siempre vale la pena lo que cuesta esfuerzo" decía alguien por el camino. Gran verdad.  La subida es dura, a pesar de la preparación, pero el camino no entraña grandes dificultades. El cansancio y el calor. La distancia y el desnivel. 
Aquella primera vez, aunque la niebla no se hubiera posado, hubiera requerido una segunda visita. Yo lo llamo "de situación", porque entonces no conocía tantos lugares como conozco ahora. No hubiera sido capaz de señalar y decir el nombre de cuanto se presentaba ante mis ojos. No hubieran venido a mi mente tantos recuerdos, tantas anécdotas, tantos buenos ratos y tantas experiencias vividas en cada uno de los lugares que ahora se abrían ante mis ojos. 
Ahora si, te conozco Urriellu, sé donde estás y donde estoy, cómo llegar a ti desde otros caminos, como ir hacia otros lugares. Como recordarte más y mejor.

Lunada. Mirador de Covalruyo entre la niebla. Cantabria
06 julio 2019

A veces solo apetece.... Lunada, Veinte, Pizarras, Carrío....seguidas por Colina y Porracolina..
Apetece moverse en terreno conocido, disfrutar del relax. Sorprenderte al descubrir que de algunas cosas no te acordabas, que habías olvidado aquel paso, aquella subida o aquella bajada. Sonreír al recordar esa vieja raíz a la que siempre haces una foto. Prever...percatarte de aquellas nubes a lo lejos, vigilarlas, consciente de que según la velocidad y la dirección del viento, pueden colocarse justo encima de ti antes de tiempo. Ver como ese mar de nubes se acerca... sentir la seguridad de una decisión acertada, saber que estarás a salvo antes de que te envuelva en sus brazos, que la has visto llegar y sabes muy bien donde estás. Y te permites mirar con otros ojos, estudiar el terreno, calcular, tomar otro camino de vuelta, atajar para ganarle la partida a la niebla sabiendo a ciencia cierta...que no te perderás. 
Echar la imaginación a volar y ver en el mirador unos labios, una nariz, un ojo y hasta una cinta en el pelo...como si de la imagen de una dama egipcia se tratara, durmiendo bajo las nubes que se acercan, sin que ninguna de ellas se atreva siquiera a tocarla....

Sejos desde la Concilla. Parque Natural Saja-Nansa. Cantabria
22 julio 2019

O para alcanzar lo no alcanzado, lo pendiente,  ese mito, la Concilla, esa montaña que parecía tan inalcanzable y de la que habíamos estado tantas veces, tan cerca... y sin saber que era ella.
Cuantas veces la niebla nos lo ocultó. El cansancio, las largas caminatas desde cualquier parte para llegar a los puertos, a los Cantos de la Borrica....desde Puente Pumar, de Uznayo, desde Palombera, por la Jaya Cruzá o desde Soto...¿donde estabas? ¿quién eras de entre las que aun no conocíamos?. Pero siempre en el collado había niebla. Seguro te vimos desde allí enfrente muchas veces, desde Liguardi, desde el Cordel, Iján, Cuencagén, la Horcada, Bóveda, Cornón o del otro lado, desde Peña Sagra y Cucón o desde el Tambuey... hasta aquel día en que por fin te mostraste. Era tarde y aun quedaba nieve sobre tu cima, pero te calibramos, factible, solo había que esperar el día y llegó. Duro y costoso, pero gratificante. No todo se puede tener de una vez, recuerdo cuando pasamos sin ver el refugio de los Cantos de la Borrica y volvimos otra vez, o los menhires, que tres o cuatro veces pasamos por ellos sin ver más que el hitón. A veces, lo más evidente es lo que más se tarda en ver.

Peña Camesía. Las Loras. Sur de Cantabria
14 julio 2019

Peña Camesía, ese imponente farallón que se alza en las Loras, sobre San Martín de Elines. Tiempo para repetir, para afianzar, para recordar. Tiempo....sin el agobio o el estrés de no saber. Tiempo de elegir. Llueve, en todas partes menos en el sur. Algo sencillo, corto, que nos permita subir a lo alto pero sin mojarnos. Sin prisa, rememorando esa extraña sensación que producen las loras. Ese paisaje árido, llano, inmenso  y pedregoso con el que te encuentras allí arriba. Como de otro mundo, como un paisaje lunar. Podrías andar horas y horas adentrándote en esos páramos, sin saber donde estás. No nos adentramos, vamos por el borde hasta Camesía, por encima de las buitreras. Hemos visto una pareja de buitres y hay una cría, le han traído comida. Los observamos. Es curioso como el instinto maternal en todos los animales es el mismo. Nos ha visto y no nos quita ojo de encima, le ha dado lo que traía y le ha empujado padentro, fuera de nuestra vista. Y allí se queda, posado en la roca, inmóvil, vigilando y protegiendo. El otro emprende el vuelo, tal vez en busca de más comida. Habrá más, esa piedra es como una gran colonia de apartamentos adosados, por toda su corona. Buitreras.
Y sobra tiempo, tiempo para dejarse llevar. O para visitar la colegiata. El sepulcro del caballero desconocido del que tanto había oído hablar. No somos de interiores, pero quiso la casualidad. 
A veces hay que volver....para descubrir una cosa más, porque siempre, siempre, habrá un detalle que nos dejemos atrás.

 Alto la Mina, Collados del Asón. Cantabria
01 junio 2019

Para chequear tu estado físico y calibrar tu grado de locura. Asón - Porracolina, una durísima prueba para un día en que los termómetros superaban los treinta grados. ¿Por qué? porque siempre me había preguntado ¿cómo pudimos hacerlo? Y la respuesta quedó muy clara: "fue una locura". 
Hicimos esta subida, por primera vez, en mayo de 2013, un domingo. El día anterior, sábado,  habíamos subido al Mortillano, que ahora tenemos enfrente. Ya conocíamos Porracolina, pero mi compañero tenía el antojo de subir desde Asón y por si no era suficiente con el acumulado del día anterior, el plan consistía en Asón-Porracolina-Alto Pipiones-Peñalavalle-Socueva-Asón. Una paliza en toda regla. Y nos dieron las diez....de la noche. ¿Cómo lo hicimos? No lo sé, con muchas ganas y sin arrepentimiento.
Había que volver. Esta vez solo hasta Porracolina y vuelta por el mismo lado. Confirmado: ya solo esta subida, es dura, asi que...o estábamos muy locos o nos hemos vuelto más vagos. 
Poder se podía, a pesar de que hacía demasiado calor, pero tal vez hayamos madurado en otro sentido, el de disfrutar el camino de otra manera diferente, más pausada, reconociendo y parándonos a señalar los lugares conocidos, a observar y estudiar la posibilidad de otros caminos que no conocemos. A parar cuando nos dé la gana, sin el pesar de no haber llegado más lejos o de avanzar cuando el camino se nos ha hecho corto, y sobre todo, sabiendo que la montaña seguirá en el mismo sitio, esperándonos para cuantas veces queramos volver. 

Cueto la Fontaniella. Picos de Europa
20 abril 2019

Desde Allende, por la ya nuestra vieja y conocida amiga la canal del Agero. Fontaniella o Jontaniella. Volver, porque si, porque apeteció. De otra manera....despejando incógnitas. La canal del Agero es sencilla, impone su vista desde la carretera de la Hermida pero se sube bien. A partir de ahí la montaña tiene muchos caminos, senderos. ¿Por donde subimos la primera vez? Ni idea. Esa es la razón de volver, saber qué hicimos, por donde subimos, por donde bajamos y esta vez, hacerlo bien, o mejor dicho, por donde no lo supimos hacer la otra vez. Además ahora tenemos otro modo de ver, con más cabeza, con más sensatez y con un montón de conocimientos adquiridos que queremos asentar. Es una gozada estar allí arriba sabiendo lo que tienes a tu alrededor, hasta lo que no se deja ver. Cada montaña es un mundo que se compone a su vez de otros pequeños mundos entre los que, si no pones atención, te puedes perder. Puede haber muchos caminos, o ninguno. Puedes creer que los conoces y equivocarte.
Subimos por un camino diferente al de la primera vez, el correcto, aunque solo en parte porque hubo un tramo donde, equivocadamente, creímos que no era el acertado y nos desviamos para luego más arriba retomarlo otra vez. Bajamos por donde queríamos bajar, no por la vuelta errónea que dimos la primera vez. La diferencia está en el plano mental, en la orientación y la experiencia. En saber donde estás y a donde quieres ir. Y en no olvidar que en la montaña, es ella y solo ella quien manda.

Oviedo. Asturias
11 agosto 2019

Montañas...siempre hablo de montañas porque es mi forma de escapar. La montaña es más humana que el ser humano, no juzga, no empuja, no echa. Permanece. Deja que cometas tus propios errores, que aprendas, que rectifiques. Que subas o que bajes, que vuelvas o que te vayas sin volver la vista atrás. Aprendo de ella, aprendo de mi, aprendo a caminar de nuevo en un mundo que un día se cerró para mi. Busco respuestas que en otro lado no encuentro,
cosas mías, bailemos....