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RUTAS: Cabaña Verónica


23 junio 2012


Destino: Cabaña Verónica. Punto de partida: Teleférico de Fuente Dé.


Cielos azules y un día espléndido por delante. Salimos de Santander con destino a Fuente Dé. Paradita en Panes para tomar un café y sin prisas cruzamos el Desfiladero de La Hermida hasta llegar al punto señalado.
Primer contratiempo: nos hemos demorado mucho y hay unas colas enormes para subir al teleférico. Continuas miradas al reloj, dudas, el tiempo que va corriendo y la fila que no se mueve. ¿Cambiar de planes y subir andando al Cable, comer por alli y volver a bajar? Ni hablar, ese no era el plan establecido, a esperar. Avanzamos poco a poco en medio de una veintena de portugueses, por delante grupos con mochilas que probablemente subirían a hacer noche, grupos de niños de excursión, un grupo de americanas luciendo la bandera en sus pantalones...y pendientes del pesadito de atrás que no guardaba las distancias por si se pretendía colar. Ya cerca de la taquilla al pesadín se le cayó la tapa del objetivo de la cámara y tubo que bajar a por ella, por fin nos libramos de él.
Después de algo más de hora y media de guardar fila, entramos en el teleférico y en tres minutos llegamos al Cable.










La idea inicial era hacer el Cable-Cabaña Verónica-Horcados Rojos-el Cable. 11,4 Km ida y vuelta (más el extra de la desviación a Cabaña Verónica). 772m de desnivel. 4h 25m ida y vuelta (más el extra para fotos y comida).  Demasiado justo para alcanzar el último teleférico de bajada. Había que apurar el paso y no entretenerse demasiado con las fotos y el bocata sin sobremesa.
La ruta está muy bien señalizada y el camino apenas ofrece dudas. La subida se hace a veces un poco dura por la pendiente y el suelo de piedras sueltas. Sin embargo el paisaje compensa, es impresionante, el paso entre montañas de roca observándote desde lo alto, los neveros que persisten a pesar de ser un espléndido día de sol veraniego, la perfecta armonía de colores entre el cielo azul, la montaña gris y el blanco de la nieve, todo ello bajo un sol brillante y el acecho constante de la gran roca rojiza de los Horcados. El vuelo de las chovas y la belleza de un paisaje virgen e intacto, lejos de la mano de la civilización.


Algunos tramos del camino estaban cubiertos por la nieve aun no derretida, lo cual le daba un encanto especial y diferente a la ruta. ¿quién puede resistirse a la tentación de arrojar una bola de nieve al compañero que viene detrás?. Los grupos de paseo y turismo quedaron pronto atrás. Nos cruzamos con varios grupos de senderistas y otros más atrevidos practicando escalada.
A pesar de que hicimos el trayecto hasta cabaña Verónica en poco más de 2 horas, decidimos que el tiempo estaba demasiado ajustado para subir a los Horcados Rojos, preferimos sentarnos a pie del refugio a unos 2.400 m. sobre el nivel del mar a devorar nuestros bocatas y disfrutar de las magníficas vistas que el lugar nos ofrecía. Los Horcados para otro día. La niebla, que al llegar por la mañana se apartó para dejarnos un precioso cielo azul, empezaba a asomar a lo lejos, mejor comenzar el descenso antes de que se acercara.


























El descenso fue más rápido de lo que pensábamos, en hora y media estábamos de regreso en el Cable. Claro está que había un pequeño pique solapado...delante una pareja de origen nódico y detrás un grupo vasco...que no se diga que los cántabros se iban a quedar atrás....entre risas y bromas casi pasamos a los nórdicos...




Perfecto, a nuestro ritmo y con tiempo de sobra para una cervecita en el bar de el Cable, cielos todavía de un azul intenso y la niebla acercándose por las cumbres para decirnos adiós.
La anécdota: mi cámara. Sufrió el "mal de alturas" la pobrecita. Estaba bien sujeta cuando me asomé al mirador no fuera a caer al vacío, pero ya un poco más adentro me relajé y cayó. Una caida libre de unos cuatro metros para acabar estrellándose contra el pavimento de la terraza inferior. Increiblemente, no se despedazó y siguió funcionando. Aun queda comprobar si la batería ha sufrido algún daño, el piloto indicador de carga no se enciende. 








Un día absolutamente perfecto en el que el tiempo, una vez más, nos acompañó para que pudiéramos disfrutar semejante belleza en todo su esplendor. 



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